Supervivientes del barco hundido en Malasia

Yang Yaoru, una chica de 24 años de la provincia de Jiangsu, nunca pudo imaginar que podría repetir las aventuras de "La vida de Pi", aunque no por su cuenta.



En la cama de un hospital de Kota Kinabalu (KK), la capital del estado oriental de Sabah, Yang recordó cómo dos días después de que el barco se volcara el sábado, ella y unos 20 turistas chinos y tripulantes de Malasia flotaron en la Mar después de que olas muy altas hundieran su barco, el temporal los zamarreó hacia adelante y hacia atrás, pero no destruyeron su esperanza de vida.

Yang es una de los 20 ciudadanos chinos que han sido rescatados por las fuerzas malayas de búsqueda y rescate durante el domingo.



No fue fácil para Yang, que como uno de los millones de ciudadanos chinos, están cada vez más dispuestos a pasar las vacaciones de la Fiesta de la Primavera en el extranjero para viajar y descansar en lugar de quedarse en casa.

Yang sólo tenía esta oportunidad de descansar del trabajo y decidió llevar a su madre a las playas y el sol de Sabah de Malasia durante las vacaciones que iba a tener de 7 días.

Ese día, estaban a punto de practicar el submarinismo en Mengalum Island, a 55 km de KK. Todo fue bien al principio, pero después de unos 40 minutos, un catamarán del barco se rompió de repente. Entonces algunas personas notaron que el agua empezaba a inundarles. Todo el mundo estaba tan asustado y aterrado... luego saltó al agua, con algunas personas llorando, dijo Yang, señalando que algunas personas incluso pidieron ayuda de Dios. Cuando se dieron cuenta de que llorar no ayudaba, todo el mundo trató de confiar en su instinto. Yang no sabía cuándo iban a ser rescatadas todas las personas, con los chalecos salvavidas puestos, por lo que comenzaron a agarrar las manos del otro y flotar en el agua como un grupo.

"Sabemos que si queremos tener una mejor oportunidad de supervivencia, tenemos que mantenernos unidos", dijo Yang. "En ese momento, todo el mundo estaba asustado, pero si nos mantenemos unidos, nuestro miedo será disminuido."

-Si usted flota en el mar solo, supongo que nadie puede durar mucho tiempo -dijo-.

El poder de unidad alentó a todo el mundo, algunas personas comenzaron a localizar la isla más cercana, mientras que otros trataron de encontrar un teléfono móvil que todavía pudiera recibir la señal, aunque ya casi agotadas todas las posibles. Cada vez que oían a los barcos que pasaban, intentaban nadar hacia la dirección correcta, pero fallaban todo el tiempo.

Algunos, aunque sólo se conocieron cuando abordaron por primera vez el bote, se animaron unos a otros, mientras otros, con moratones, deshidratados y además quemados por el sol, tuvieron la idea de renunciar. Yang conocía a una joven que no sólo organizaba a la  gente para salvarse, sino que también tenía una hija que comparte el carácter duro de su madre.

"Pero más tarde, el chaleco salvavidas de la madre se rompió mientras ella agotó todas sus fuerzas", recordó Yang, con lágrimas en los ojos. "No tenemos más remedio que dejarla ir".

Yang también estaba preocupada por su madre.

"Un pensamiento que tuve en ese momento es que debo traer a mi madre a casa, de modo que incluso si muero, mi padre todavía tiene una oportunidad de tener un bebé con mi madre."

Como la humanidad ha demostrado en cada desastre, la gente lucha por la comida y el agua cuando están desesperados. Según Yang, uno de los tripulantes trató de arrebatarle agua a los niños.

"Tuvimos que convencerlo para que se tranquilizara y le dijera que nuestra patria es lo suficientemente poderosa para organizar las misiones de búsqueda y rescate", dijo Yang.

Con tal convicción en mente, Yang y sus compañeros resistieron las altas olas y sufrieron quemaduras en la piel debido a la estancia prolongada en el agua y los rayos UVA. Finalmente tubieron bastante fuerza para conseguir ser rescatados por un barco de pesca que pasaba.

"Después de esto, nada es más importante que estar vivo", dijo.

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